Este símbolo representa la figura del ser humano en total apertura, dispuesto a recibir el flujo inagotable de riqueza, amor y bienestar.




Nos recuerda que todo lo que anhelamos ya existe en el universo, esperando a ser manifestado en nuestra realidad. Para ello, debemos alinear nuestra energía con la abundancia: tomar acción con fe, agradecer como si ya lo tuviéramos, confiar en el proceso y soltar el control. Al hacerlo, permitimos que el universo orqueste su magia y nos guíe hacia todo aquello que está destinado para nosotros.

