Es un símbolo ancestral que representa el viaje del alma hacia la iluminación, reflejando cada etapa de nuestra evolución espiritual y búsqueda de la plenitud.









Nacimiento
Marca el inicio de la existencia, un espacio de potencial infinito donde no hay una dirección definida.
Es el punto de partida, un lienzo en blanco que aguarda ser trazado con experiencias y aprendizajes.
Caos
En esta etapa se presentan muchos desafíos, errores, dudas, tropiezos y crisis. Aquí, la vida nos invita a ir hacia adentro para buscar el aprendizaje en cada lección para poder evolucionar.
Transición
Esta etapa llega como el sol después de la tormenta. Los errores se transforman en aprendizaje y sabiduría. La resiliencia florece, y con ella, la comprensión de que todo ocurre a favor de nuestro crecimiento y evolución. La aceptación y la gratitud se convierten en pilares de este nuevo estado de conciencia.
Iluminación
El reconocimiento de que todo está conectado. El viaje no termina, sino que se funde con la totalidad del universo, recordando que el destino final es el amor.

